Me recorrí esos lugares de Sotogrande Alto antes de llegar a La Reserva.
Observé cuán largo es el influjo de este deporte anglosajón, y ví como se jugaba en campos anejos mientras el torneo del NH se celebraba.
Me preguntaba si no sería mejor que estos días se acudiese al campo, donde era entrada libre aquellos que presumían de ser verdaderos aficionados.
Lo cierto y verdad es que la gente sólo valora lo que le cuesta y no comprenden como las verdaderas maravillas se prensentan en la vida de forma...gratuita.
Así se construye en lujo. No en base a la necesidad sino en base a los superfluo.
Al final de la madrugada sostenemos el juego de la vida generalmente con la sensación de haber perdido una vez más la oportunidad de comprender sus misterios.
Una vida que a la vez que juego es estudio.
Por eso sigo caminando, buscando el sendero perdido. Hay que edificar nuevos valores, pero no perder algunos de ayer.
Pienso en como Seve empezó, como Olazábal siguió su anillo y como todavía hoy Jiménez enseña que la dicha está en el propio paseo golfístico, que es un privilegio en sí mismo, y así es más fácil batir marcas, de todas ellas, la más importante la de la propia alma...
Hoy que Jiménez da una lección de fundamentos, continúo con esta crónica, de un largo paseo, un paseo que inicie muchos años ha cuando sin saber que mi seno quedaba prendido una espora de magnolia que muchos después florecería en el jardín augusto de mis deseos.
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